Claustro de San Juan de Letrán en Roma
A. de Bonis, hacia 1865 - Albumina sobre papel Fotográfico, 194x250 cm
Número de Catálogo HF00452 - Madrid - Museo Nacional del Prado
© Archivo Fotográfico - Museo Nacional del Prado
Fiesta de la Dedicación de la basílica de Letrán en honor de Cristo
salvador, construida por el emperador Constantino como sede de los
obispos de Roma. Su actual celebración en toda la iglesia latina es un
signo permanente de amor y de unidad con el Romano Pontífice (elog. del
Martirologio Romano).
BASÍLICA DE SAN
JUAN DE LETRÁN
Basílica significa: "Casa del Rey"
En la Iglesia Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos
más famosos que los demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos
templos a los cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial.
En cada país hay algunos. La primera Basílica que hubo en la religión
Católica fue la de Letrán, cuya consagración celebramos en este día. Era
un palacio que pertenecía a una familia que llevaba ese nombre, Letrán.
El emperador Constantino, que fue el primer gobernante romano que
concedió a los cristianos el permiso para construir templos, le regaló
al Sumo Pontífice el Palacio Basílica de Letrán, que el Papa San
Silvestro convirtió en templo y consagró el 9 de noviembre del año 324.
Esta basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: "Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad y del mundo".
Se le llama Basílica del Divino Salvador, porque cuando fue nuevamente
consagrada, en el año 787, una imagen del Divino Salvador, al ser
golpeada por un judío, derramó sangre. En recuerdo de ese hecho se le
puso ese nuevo nombre.
Se llama también Basílica de San Juan (de Letrán) porque tienen dos
capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan
Evangelista, y era atendida por los sacerdotes de la parroquia de San
Juan.
Durante mil años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas
se fueron a vivir a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica
y que se llamó "Palacio de Letrán", fue la residencia de los Pontífices,
y allí se celebraron cinco Concilios (o reuniones de los obispos de todo
el mundo). En este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el
Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de Letrán). Cuando los Papas
volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el
Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el
Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa ciudad.
La Basílica de Letrán ha sido sumamente venerada durante muchos siglos.
Y aunque ha sido destruida por varios incendios, ha sido reconstruida de
nuevo, y la construcción actual es muy hermosa.
San Agustín recomienda: "Cuando recordemos la Consagración de un templo,
pensemos en aquello que dijo san Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un
templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y
limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá
contento el Espíritu Santo en nuestra alma".
EVANGELIO DE LA MISA
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y
Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de
bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un
azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los
cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que
vendían palomas les dijo: -«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un
mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está
escrito: «El celo de tu casa me devora.» Entonces intervinieron los
judíos y le preguntaron: -«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: -«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: -«Cuarenta y seis años ha costado construir este
templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del
templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los
discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la
Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
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