La cuaresma es el periodo del tiempo litúrgico destinado por la iglesia para la
preparación de la fiesta de Pascua.
Comienza oficialmente el MIÉRCOLES DE CENIZA y son cuarenta días de preparación
para la Pascua (sin contar los domingos), que terminan el Sábado Santo.
La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza
la prueba de Jesús al vivir durante 40 días en el desierto previos a su muerte y
resurrección.
También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, además de los 40 años de la
marcha del pueblo judío por el desierto y los 400 años que duró la estancia de
los judíos en Egipto.
A lo largo de este tiempo, los fieles católicos somos llamados a
reforzar la fe
mediante diversos actos de penitencia y reflexión.
El padre Roberto Mena nos dice: La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.
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