La
Purificación de la Virgen o la Presentación de la Virgen en el Templo
Luis de Morales, hacia 1562 - Óleo sobre tabla, 146,5x116 cm
Número de Catálogo P000943 - Madrid - Museo Nacional del Prado
© Archivo Fotográfico - Museo Nacional del Prado
La Virgen es presentada en el Templo de Jerusalén por sus padres
Joaquín y Ana.
De la Liturgia de las Horas: En este día, en que se recuerda la
dedicación, el año 543, de la iglesia de Santa María la Nueva,
construida cerca del templo de Jerusalén, celebramos, junto con los
cristianos de la Iglesia oriental, la "dedicación" que María hizo de
sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo,
de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.
Fiesta Litúrgica: Ya se celebraba en el siglo VI en el Oriente. En
el 1372, el Papa Gregorio XI, informado por el canciller de la corte
de Chipre sobre la gran celebración que en Grecia se hacía para esta
fiesta el 21 de noviembre, la introdujo en Aviñón. Sixto V promulgó
la fiesta para la Iglesia universal.
La Beata Ana Catalina Emmerick escribe místicamente de revelaciones
que incluyen la presentación de María en el Templo.
La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene
una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los
“misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de
su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María
se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros
al Padre.
El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún
texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan
abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos.
María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo
a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que
llevaban antorchas encendidas, con la participación de las
autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir
al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser
tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se
nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que
ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al
cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.
EVANGELIO DE LA MISA
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, dijo Jesús una
parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban
que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro: Dijo,
pues: Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el
título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les
repartió diez onzas de oro, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo.
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una
embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey». Cuando
volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes
había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada
uno. El primero se presentó y dijo: Señor, tu onza ha producido
diez. El le contestó: Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has
sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades. El
segundo llegó y dijo: Tu onza, señor, ha producido cinco. A ése le
dijo también: Pues toma tú el mando de cinco ciudades. El otro llegó
y dijo: Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el
pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo
que no prestas y siegas lo que no siembras. El le contestó: Por tu
boca te condeno, empleado holgazán. ¿Con que sabías que soy
exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro?
Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo
habría cobrado con los intereses. Entonces dijo a los presentes:
quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez. Le replicaron:
Señor, si ya tiene diez onzas. Os digo: Al que tiene se le dará,
pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos
enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos
en mi presencia. Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo
hacia Jerusalén.
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